A lo largo de la historia, el ser humano se ha aprovechado de los fenómenos de la naturaleza para intentar mejorar su calidad de vida. Con el tiempo, ha aprendido a controlarlos y a reproducirlos para lograr el mayor provecho de ellos. Mediante la curiosidad y la observación descubrió la ciencia, demostrando que puede ser aplicada a través del desarrollo de la tecnología. Durante la prehistoria, el descubrimiento del fuego permitió a nuestros ancestros protegerse de los depredadores, cazar, calentarse, cocinar e iluminar las cuevas donde vivían y también el exterior durante las horas nocturnas.
El sol es una gran esfera gaseosa compuesta de hidrogeno. En él se produce una reacción de fusión nuclear en la que el hidrogeno se convierte en helio. Este proceso libera enormes cantidades de energía que son recibidas por la tierra y que han sido claves en la existencia de vida en nuestro planeta.
Esta energía nos llega a través de lo las denominadas “ondas electromagnéticas”. Estas ondas se propagan a lo largo del espacio, y sus propiedades básicas son la longitud de onda (distancia que necesita la onda para completar un ciclo), amplitud y frecuencia (el número de veces que se repite la onda por segundo).
Al conjunto de todas estas ondas se le llama espectro electromagnético. El ojo humano sólo es sensible a una parte de ellas, las cuales y es capaz de captar para transformarlas en información mediante nuestro cerebro (en próximos posts explicaremos el funcionamiento del ojo humano). La luz visible (la porción del espectro a la que es sensible nuestro ojo) está compuesta por las ondas comprendidas entre los 400 nm y los 700 nm de longitud de onda.
La velocidad de la luz se corresponde con la velocidad a la que se propagan estas ondas: 300.000 Km/s (en el vacío). La luz tarda 8 minutos en llegar desde el sol hasta la tierra.
Las fuentes de luz artificial que utilizamos en iluminación de emergencia, tales como lámparas fluorescentes o LED, tratan de reproducir lo más fielmente posible la proporción de cada onda que emite el sol entre la radiación infrarroja y la ultravioleta (luz visible).
Para medir la capacidad que la luz emitida por la lámpara tiene para reproducir fielmente los colores en comparación con la luz natural usamos el “Índice de reproducción cromática”, que se mide en una escala de 0 a 100.
La norma constructiva de luminarias de emergencia EN 60598-2-22 obliga a que este índice tenga un valor mínimo de 40. Actualmente, las lámparas fluorescentes y los LED que utilizamos tienen índices de reproducción cromática de entre 65 y 88.
Reflexión de la luz
La reflexión de la luz es el fenómeno por el cual un cuerpo es capaz de cambiar la dirección de la luz (o de parte de la luz) que incide sobre él en un ángulo igual al ángulo con el que ésta llega. Es particularmente importante para el proceso de la visión, ya que nuestro ojo sólo ve la luz que reflejan los cuerpos (en caso de que no emitan su propia luz) y llega hasta él.
En iluminación interior, los cálculos se hacen midiendo la luz que incide en un cuerpo, que puede ser a través de iluminación directa o de la luz que han reflejado otros cuerpos e incide en esa superficie. La magnitud que mide la luz que incide en una determinada superficie se denomina iluminancia o nivel de iluminación y su unidad es el lux.
En iluminación de emergencia, la normativa solamente permite justificar los cálculos mediante la luz que incide de manera directa en una superficie medido en lux, debiendo desechar la luz proveniente de la reflexión de otros cuerpos.
Sin embargo, dentro de una luminaria de emergencia se puede sacar provecho de esta propiedad (la reflexión) para modificar su fotometría, con el fin de aprovechar de manera más eficiente el flujo luminoso que emite. Esto se consigue gracias a un reflector interno que permite optimizar la distribución luminosa de la luminaria.
Transmisión de la luz
La transmisión es la proporción de luz que no es absorbida ni reflejada por un cuerpo, es decir, la capacidad de un material para dejar pasar la luz a través de él. En iluminación de emergencia es habitual utilizar materiales que permiten la transmisión de la luz, como en el caso de los difusores y las lentes. Los difusores tienen como propiedad la transmitancia difusa de luz con una distribución de tipo lambertiana.
En estas aplicaciones el objetivo de los difusores es el de conseguir mayor uniformidad en la superficie de emisión de luz de la luminaria con el fin de controlar un posible deslumbramiento directo.
Refracción de la luz
La refracción es la desviación de la dirección de la luz al pasar de un medio (aire, por ejemplo) a otro medio en el que la luz viaja a distinta velocidad (como un material sintético). Esta propiedad es utilizada por las lentes para luminarias con LED en la que se consigue modificar la curva fotométrica de la luminaria para alcanzar un nivel de iluminación y uniformidad adecuados para iluminación de emergencia (1 lux o 0,5 lux y luxmax /luxmin < 40).
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