No siempre es fácil entender el papel de la iluminación de emergencia en la arquitectura. Es un tipo de alumbrado cuya instalación está determinada por ley y que prácticamente se pone por obligación, porque no queda más remedio. Quizá porque confiamos demasiado en que nunca vaya a necesitarse, tiende a pasar muy desapercibida y apenas se le presta atención. Sin embargo, su necesidad en situaciones de emergencia es indudable.
Los planos arquitectónicos están repletos de líneas que no siempre son fáciles de identificar por ojos inexpertos, por ojos de quien piensa en los edificios sólo como un simple puzzle de bloques de hormigón. Pero cuando esos ojos inexpertos entran en una habitación, interpretan sin saberlo todas esas líneas. Incluso sin pensar en las instalaciones ocultas tras los muros, somos capaces de entender que un edificio es más que las paredes que lo dividen, un edificio es también la luz que lo ilumina.
Dentro de un proyecto arquitectónico, la iluminación es una parte esencial. Cada vez se le otorga mayor importancia, y se planifica con mayor cuidado todo lo que la rodea. Grandes ventanales para aprovechar al máximo la luz natural, y delicados estudios de iluminación para sacar el mejor provecho a cada espacio.
La luz influye inmensamente en la percepción que tenemos de los lugares. En la iluminación convencional, esto se traduce en esfuerzos por conseguir espacios más agradables y confortables. En la iluminación de emergencia, las implicaciones son más notables, puesto que, a pesar de lo que se le pueda atribuir a priori, va más allá de hacer simplemente visible un recorrido de evacuación. En situaciones de emergencia, esa percepción del espacio que se ha mencionado antes ve acentuada su influencia sobre la sensación de miedo. Esto se puede controlar en cierta medida gracias a un correcto alumbrado antipánico.
La tecnología LED favorece un diseño más minimalista.
Durante muchos años, las luminarias de emergencia han sido antiestéticos bloques con forma de caja de zapatos. Hoy, esto ha cambiado y, especialmente gracias a la irrupción de la tecnología LED en el mercado, el diseño ha dejado de estar a merced del tamaño de las lámparas. Ahora es la estética la que marca la pauta. Cada vez se tiende a tamaños más reducidos, lo cual tiene repercusión no sólo sobre la apariencia, sino también sobre la cantidad de materiales utilizados.
Pero ahora que las luminarias pasan más desapercibidas es cuando el alumbrado de emergencia está despertando mayor interés y está siendo realmente dignificado.
La iluminación de emergencia es la luz que no se ve. Es la luz que permanece apagada mientras todo va bien, pero tiene que estar preparada para salir a escena si hay un fallo en el suministro de red. Es la luz que nunca vemos, pero que nunca descansa. Incluso cuando no está encendida, está funcionando, y tiene que seguir en marcha cuando todo lo demás deja de trabajar. Esto no sería posible sin un complejo sistema de funcionamiento y sin una rigurosa normativa que podría evitar muchos disgustos, si se respetara siempre. También se puede encontrar más información sobre iluminación de emergencia en la página web oficial de Daisalux.
A través de este blog que hoy se estrena intentaremos aclarar todos estos pormenores. Cada dos semanas (el primer y el tercer martes de cada mes) iremos diseccionando los detalles que rodean el desconocido ámbito de la iluminación de emergencia, de manera que cualquier persona, independientemente de su nivel de formación, entienda y encuentre interesante los temas que aquí tratemos.
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