Que todos los edificios de púbica concurrencia tienen que contar con el debido alumbrado de emergencia y señalización es algo que a estas alturas nadie cuestiona. A menudo, esto obliga a realizar reformas para adecuar los inmuebles a la normativa. ¿Pero qué ocurre con los edificios históricos? ¿Es tan fácil acondicionarlos para que se ajusten a las exigencias legales en términos de seguridad? ¿Es necesario hacer excepciones en algunos casos?

A la hora de reformar un edificio, a muchos arquitectos se les hace la boca agua sólo de pensar en tirar muros, cambiar cubiertas o cómo meterle mano al edificio para hacerlo propio. Pero eso no es siempre posible. Hay construcciones en las que las intervenciones están muy limitadas, debido a su importancia histórica o artística. Tal puede ser el caso de estos edificios:

• Iglesias y Catedrales
• Mezquitas
• Castillos y palacios
• Paradores
• Museos

Precisamente por ser espacios singulares, estos edificios suelen acoger grupos grandes de personas que, además, no están familiarizadas con el espacio. Por eso, resulta imprescindible dotar estos espacios con medidas de seguridad adecuadas. Sin embargo, no siempre es posible realizar todas las actuaciones que exige la ley.

En primer lugar, por lo comentado al principio: se trata de edificios con una singularidad histórica o artística que recomienda modificarlos lo menos posible, no ya sólo estructuralmente, sino también estéticamente. Afortunadamente, hoy en día existen en el mercado luminarias tan discretas como Block o Lens, de Daisalux, que suponen un mínimo impacto visual sin apenas intervenir en el edificio.

En segundo lugar, frecuentemente, estos edificios están formados por amplios espacios interiores, lo cual dificulta su sectorización. La sectorización cumple un importante papel en el control de la propagación del fuego en caso de incendio.

Pero todas estas dificultades no eximen de adoptar unas medidas mínimas de seguridad. El Código Técnico de la Edificación (CTE) menciona que “la posible incompatibilidad de aplicación deberá justificarse en el proyecto y, en su caso, compensarse con medidas alternativas que sean técnica y económicamente viables” (Capítulo1; Artículo 2; 3).

En ese sentido hay que tener en cuenta lo siguiente:

Capítulo 2. Condiciones técnicas y administrativas
[…]
Artículo 5. Condiciones generales para el cumplimiento del CTE
5.1. Generalidades
[…] Es decir,
3. Para justificar que un edificio cumple las exigencias básicas que se establecen en el CTE podrá optarse por:
[…]
b) soluciones alternativas, entendidas como aquéllas que se aparten total o parcialmente de los DB. El proyectista o el director de obra pueden […] adoptar soluciones alternativas, siempre que justifiquen documentalmente que el edificio proyectado cumple las exigencias básicas del CTE porque sus prestaciones son, al menos, equivalentes a los que se obtendrían por la aplicación de los DB.

Además de todo esto, también hay que tener en cuenta que estos edificios fueron construidos con criterios que nada tenían que ver con la seguridad de las personas. Por ejemplo, las salidas, no están dimensionadas para el aforo real del inmueble. Obviamente, es complicado que se puedan crear nuevas salidas o modificar las existentes. Por eso, aunque teóricamente se podría acoger una persona por cada 0,25m² de superficie, como explicamos en otro artículo, la medida más adecuada podría ser limitar el aforo en base a la capacidad de evacuación de las salidas. Es decir, limitar el aforo en base a las salidas existentes, en lugar de diseñar las salidas en función de la capacidad del recinto.

 

 

Como veis, la adopción de medidas de seguridad en rehabilitaciones de edificios históricos, incluida la iluminación de emergencia, supone un reto añadido al propio desafío de la reforma. ¿Cuáles son vuestras experiencias? ¿Os divierte encarar ese reto o, por el contrario, es una dificultad que preferiríais no encontrar?